Einstein dijo “Si quieres resultados distintos, no hagas
siempre lo mismo”… Hay ocasiones en que nos empecinamos en seguir por un mismo
camino a pesar de que no estamos obteniendo los resultados esperados, y eso
puede ocurrir con nuestra dieta.
En este artículo me gustaría que repasáramos algunos
síntomas de que la dieta que estamos siguiendo no es la adecuada, que es la
hora de hacer un cambio… ¿Te apuntas?
Quizás sea un poco arriesgado por mi parte plantearos dudas en estos momentos críticos del año en que
ya todo nuestro alrededor nos empuja a abandonar dietas y cambiar moderación
por excesos. Pero no todos los cambios que introducimos en nuestra alimentación son buenos, o no lo son para nosotros... Quizás este artículo y las
conclusiones que saquéis de él al aplicarlo a vosotros mismos os sirva para que
esos objetivos de año nuevo que todos nos plantearemos con ilusión dentro de un
par de semanas vayan bien encaminados y no sigamos cayendo en los mismos errores
Uno de estos propósitos suele ser comer mejor para mejorar
nuestra salud, pero de nada sirve comprometernos a seguir bien a partir de
enero una dieta que, por muy adecuada que parezca o lo bien que le haya ido a otra pesona, no nos está dando buenos resultados. Ni que decir tiene que si se trata de una de esas dietas claramente "milagrosas", ¡ya estás tardando en abandonarla!
Pero, me dirás, ¿cómo valoro si verdaderamente es hora de dejar la dieta? Aquí tienes 6 señales a las que debes estar alerta para
decidir si es el momento de un cambio:
Es una señal importante y por ello una pregunta habitual de seguimiento en mis
consultas es "¿Cómo te encuentras de energía?"
Por suerte la respuesta casi
siempre es positiva, pero, si no es así, se impone una revisión de todo el plan
que estamos siguiendo porque ninguna dieta debe hacernos sentir agotados; muy al contrario, un cambio de hábitos hacia una mejor
alimentación debe llenarnos de energía y salud.
2. La dieta te está causando ansiedad y/o depresión
Un plan de alimentación adecuado debe hacer que sientas que el poder está en tus manos y que
tienes todo bajo control, no debes estar continuamente angustiado por lo que vas o no a
comer y por si se te presentarán o no imprevistos (=tentaciones) que echen por
tierra tu esfuerzo. Este estrés autoimpuesto unido a que la dieta pueda ser deficitaria en ciertos nutrientes puede llevarte a estados de ansiedad y depresión.
Cuando te planteas cambiar una serie de hábitos debes tener
muy claro por qué lo haces, cuáles son los fines que persigues y, sobre todo,
que quieres hacerlo por propia voluntad. Sólo así sentirás que controlas la
situación y no te parecerá que estás continuamente renunciando, sino eligiendo
lo que sabes que es mejor para ti sin que nadie te lo imponga. Si aún así desde que la sigues te encuentras más desanimad@, falta equilibrio en esa dieta
3. Sueñas con comida
Una dieta puede hacerte sentir un poco de hambre, sobre todo
al principio si estabas acostumbrado a ingerir cantidades mucho mayores de
alimentos. De todas formas, según mi experiencia, una dieta con 5 comidas al
día, con cantidades adecuadas y equilibrando bien los nutrientes no debe causar
hambre. Otra cosa es lo que en Canarias llamamos “desconsuelo”, que es lo que
ocurre cuando a la hora de merendar te comerías una pachanga en lugar de una
manzana… pero a esto no se le puede llamar hambre ¿verdad?
En definitiva, una dieta que te haga sentir muerto de
hambre todo el santo día y que tus sueños se vean poblados por bocadillos,
dulces e incluso platos de lentejas, hazme caso, no es una dieta adecuada.
4. Estás
deseando que la dieta termine
Siempre os lo digo ¿verdad?: "no te plantees que estás a
dieta sino que a partir de ahora esta va a ser tu forma de alimentarte para
siempre". Puede que vayan sucediéndose modificaciones a lo largo del tiempo,
sobre todo en el proceso de llegar al peso adecuado, pero una vez alcanzado
debes tener claro que tus hábitos no pueden volver a ser los de antes, porque
irremediablemente regresarás al punto de partida (y seguramente con unos pocos
kilos más).
Si tu plan de alimentación te hace sentir en un estado de
carencia, incomodidad y escasez nunca podrás mantenerlo a largo
plazo, pues nuestra capacidad de sacrificio es finita y ya tenemos bastantes
problemas en la vida como para estar también sufriendo por la comida.
Como vimos en el punto 3, el quid de la cuestión está en
saber por qué haces lo que haces y en asumir que los cambios de hábitos deben
consolidarse y no ser caminos de ida y vuelta. Si la dieta la planteas como una época de sacrificio cuyo fin estás deseando que llegue, mejor abandónala ya, porque de esta forma no conseguirás tus objetivos.
5. Y encima, ¡no pierdes peso!
El tema de la pérdida de peso y la obsesión porque bajen los
dígitos de la báscula se ha abordado varias veces en este blog. Por ejemplo, aquí vimos cómo se podía mantener el peso o incluso aumentarlo pero estar más saludable al cambiar
grasa por músculo.
Aparte de esta importante consideración, puede que estés
midiendo todos los parámetros y veas que la forma en la que estás comiendo no
sólo no ayuda a que disminuya tu peso, sino que tampoco hace que baje tu grasa
corporal. En este caso se impone revisar la dieta y una buena forma es llevar
durante unos días un diario de comidas en el que apuntes absolutamente todas
las ingestas y a la hora en que las haces.
Como recordarás, el tema de las dietas de adelgazamiento no
se basa en un simple balance energético, pues no todas las calorías son iguales y, por otra parte, el momento del día en que se consuman esas calorías también
es importante a la hora de valorar el resultado final.
Y un pequeño apunte final :¿estás seguro de que tienes que
perder peso o grasa? El cuerpo humano está diseñado para sobrevivir, no para
adaptarse a las modas, y se resistirá a desprenderse de las grasas que ha
acumulado, tanto si le sobran como, con mucha más razón, si se encuentran en
límites adecuados. ¡Aprende a escuchar a tu cuerpo!
En conclusión, dejando aparte las nunca recomendables dietas
milagro, puede que una pautada por un estupendo nutricionista le funcione
maravillosamente a tu vecina, pero no sea adecuada para ti. En cada persona se
aúnan una gran cantidad de variables y circunstancias, tanto personales y fisiológicas como de su entorno, que hay que valorar para que el cambio en la forma de alimentarse sea adecuado para ella en particular.
Si estás notando estas señales desde que sigues una dieta,
es momento de tomarte un descanso, disfrutar de las navidades a ser posible
siguiendo los consejos de los que hablamos aquí y aquí y plantearte para el
nuevo año ponerte en manos de un profesional que te asesore, al menos al
principio, para que la nueva dieta que emprendas sea la que definitivamente te
lleve a una nueva forma de comer y cuidarte para siempre.
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