Fibromialgia, Fatiga Crónica y alimentación



Hoy 12 de mayo se celebra el Día Mundial de dos enfermedades de difícil diagnóstico debido a que sus síntomas, además de abundantes e inespecíficos, en muchas ocasiones se solapan: la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).
Aunque totalmente diferentes, comparten con el lupus el ser crónicas y sin cura conocida ¿Quieres saber algo más sobre ellas?




El SFC es una enfermedad crónica y debilitante que se caracteriza por un cansancio extremo que no mejora con el reposo y al que acompaña una sintomatología más inespecífica como debilidad y dolor muscular, problemas de concentración y memoria, insomnio,...

Por su parte, el síntoma principal de la fibromialgia es un dolor muscular crónico generalizado localizado sobre todo en el aparato locomotor. Los pacientes lo definen como un dolor continuo e insoportable, y suele ir acompañado por fatiga, hipersensibilidad sensorial, rigidez, temblor y contracturas musculares, mareo e inestabilidad, sequedad de mucosas, déficit de atención, ansiedad,...

Aunque los resultados de las últimas investigaciones son esperanzadores, hasta ahora el tratamiento de estas enfermedades va encaminado a paliar los síntomas. La respuesta de los enfermos a los tratamientos es muy variable y es cada uno de ellos el que debe irse conociendo y aprendiendo sobre su propia enfermedad para, en connivencia con su médico, llegar a las soluciones más adecuadas.

En mis años de experiencia como nutricionista, he podido guiar en su alimentación a muchas pacientes de estas dos enfermedades (todos mis casos son mujeres, lo cual no es extraño ya que la relación entre mujeres y hombres enfermos es de 9 a 1) y he observado que ayuda bastante el llevar una alimentación sana y ordenada. A pesar de la gran variedad de síntomas, casi todas ellas, debido al sentimiento de incapacidad para realizar sus actividades de la vida diaria y, por qué no decirlo, a la incomprensión de la sociedad  que muchas veces las trata como simples "quejicas", acaban sumidas en un estado ansioso-depresivo que las lleva a descuidar su alimentación, casi siempre por defecto. Además, el hecho de tener dolores y fatiga crónicos hacen que cada vez su actividad física sea menor y esto deteriora aún más su calidad de vida.

Solemos empezar haciendo un análisis conjunto de cómo viven el día a día de su enfermedad desde el punto de vista de la nutrición, ejercicio y cuidado personal, para empezar a fijar objetivos. Hemos encontrado resultados positivos con diferentes medidas:

  • Esencial adquirir unos buenos hábitos en cuanto a horarios regulares de sueño y comida. Aunque haya días en que la fatiga les impida incluso salir a la calle, hay que intentar no pasar el día en la cama. Las animo a levantarse, arreglarse y buscar un lugar cómodo en casa donde descansar sin acostarse de nuevo. Algunas de ellas se animan a emprender algún hobby que no requiera de esfuerzo físico (pintura, manualidades, patchwork, escribir, ...) con lo que este reposo obligado no se hace tan desesperante y disminuye la sensación de incapacidad.
  • Pronto vimos que, si ya es importante para todos, para ellas un buen desayuno que incluyera hidratos de carbono de absorción lenta (pan o cereales integrales), proteína (jamón, huevo, ...) y un lácteo era imprescindible para afrontar el día. 
  • Primordial también comer poca cantidad y 5 o 6 veces al día.: hay que evitar los picos de azúcar (por exceso o por defecto) que puedan incrementar la fatiga así como disminuir las molestias digestivas que presentan la mayoría de ellas.
  • Observamos efectos muy positivos con la eliminación de los hidratos de carbono de absorción rápida: mejor renunciar al azúcar y la harina refinadas y el pan, la pasta y el arroz se consumen integrales.
  • En cuanto a las grasas, evitamos las trans (margarinas, bollería industrial, platos preparados,...) y las saturadas (carnes rojas,embutidos,...) para favorecer (como siempre) al aceite de oliva y los omega 3 (pescado azul, frutos secos,...)
  • También es beneficioso abandonar el consumo de bebidas estimulantes como café, té (en grandes cantidades) y cola. El insomnio es síntoma común en prácticamente todas ellas y la fatiga les lleva a consumir en exceso estimulantes para intentar encontrarse mejor, lo que repercute en más ansiedad y peor calidad del sueño, cerrándose el círculo vicioso al aumentar el cansancio. Asímismo, el alcohol no les aporta nada positivo.
  • Fundamental las 5 raciones al día de frutas y verduras pues su aporte de antioxidantes es imprescindible cuando el organismo está sometido al estrés de una enfermedad. A pesar de que pierden algunas propiedades, a veces optamos por las verduras un poco cocinadas para evitar problemas de digestión. De igual forma, si se tolera mal la fruta después de la comida, es mejor tomarla entre horas.
  • Otro síntoma frecuente de la enfermedad es la sequedad bucal, por lo que no es necesario insistir en la necesidad de la hidratación, pero mejor beber poco a poco durante todo el día y fuera de las comidas para no empeorar los problemas digestivos.
  • Algunos enfermos acumulan   algo de peso debido a la inactividad a la que les empujan sus dolores, fatiga y estado depresivo. El cambio en la alimentación hacia unas pautas más saludables  lleva aparejado una recuperación del peso normal que influye positivamente en el ánimo.
  • El estreñimiento también mejora con la introducción de productos integrales y más fruta y verdura, aunque a veces es necesario tomar algún suplemento de fibra.
  • En cuanto a suplementos nutricionales, observamos buenos resultados con el magnesio ya que interviene en los procesos de contracción y relajación muscular y en la transmisión del impulso nervioso; el ácido málico (es el que le da la acidez característica por ejemplo  a las manzanas, arándanos y uvas) implicado en la producción de energía a nivel celular, desintoxicante por quelación, digestivo y favorecedor de la fuerza muscular; y  con el triptófano para los problemas de sueño. Además del triptófano, otros aminoácidos como la glicina mejoraron la calidad de vida de las pacientes.
En conclusión, siempre se puede hacer algo por optimizar la calidad de vida de los enfermos cambiando su alimentación, y la fibromialgia y el SFC  no son una excepción. En mis contactos con pacientes de estas enfermedades he constatado que, a pesar de lo duro de su enfermedad y de los años de incomprensión que las han rodeado, son personas que hacen lo imposible por evitar que la enfermedad les incapacite. Valoran formidablemente cualquier pequeña mejora que experimentan y se sienten agradecidos por ello, así que...¿qué os puedo decir?... ¡Adelante que os merecéis lo mejor!






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