Acumulación de grasa abdominal...¿será el estrés?

Ya sabíamos lo perjudicial que es el estrés para nuestra salud y vimos en otro post que la grasa abdominal o visceral es la que trae consigo un mayor riesgo cardiovascular. Lo nuevo es que la Universidad de Yale ha realizado estudios que apuntan a que la acumulación de grasa abdominal en las mujeres puede ser debida al estrés.

¿Lo vemos?

La acumulación de grasa en la zona abdominal no es sinónimo de obesidad, a veces ni siquiera de sobrepeso; hay muchas mujeres delgadas que la presentan y se ven ante la imposibilidad de deshacerse de ella. Pues bien, la doctora Epel de la Universidad de Yale ha hecho un estudio en el que concluye que "las mujeres con más grasa en el abdomen son aquellas con un nivel más alto de estrés en su vida" Lo explica porque el estrés provoca la liberación de una hormona, el cortisol, que sería la responsable de esta irregular acumulación de grasa en las mujeres.

El cortisol es una hormona liberada en la glándula suprarrenal como respuesta a una situación de estrés. Tampoco debemos demonizarlo, el cortisol cumple su función cuando su liberación responde a una verdadera situación de peligro para el organismo: incrementa el nivel de azúcar en sangre, provoca cambios en el metabolismo de proteínas, grasas y azúcares, suprime el sistema inmunológico y disminuye la formación ósea. Es decir, prepara al organismo para hacer frente a algo que amenaza su supervivencia y por eso deja de lado de momento funciones que le restan energía, como la inmunidad y la formación de los huesos. Un nivel adecuado de estrés es saludable, es el llamado "eutrés" o "eustrés", mientras que al estrés dañino se le denomina "distrés" (aunque no he encontrado estos términos en el Diccionario de la RAE).

Cuando el nivel de cortisol en nuestra sangre se eleva de forma crónica por vivir en una permanente situación de estrés, las consecuencias son nefastas para nuestra salud. En este artículo nos centraremos en la acumulación de grasa abdominal, importante por el riesgo cardiovascular que conlleva, pero sus efectos nocivos van aún más allá como podemos deducir del párrafo anterior (mayor susceptibilidad a enfermarnos, descalcificación,...).

Estos estudios de la doctora Epel se ven apoyados por muchos otros que han observado cómo, a nivel celular y enzimático, los altos niveles de cortisol producen  una recirculación de grasas ya existentes en el organismo para ir a depositarse entre los órganos, dando lugar a la peligrosa grasa visceral. Sumemos a esto que los niveles altos y mantenidos en el tiempo de esta "hormona del estrés" producen hipertensión arterial, hipertrigliceridemia (exceso de grasas en sangre) e hiperglucemia (nivel de azúcar alto en sangre). Y, para aumentar las simpatías que está despertando el pobre cortisol, os diré que también está demostrado que aumenta el apetito, haciéndonos además elegir alimentos ricos en grasas y azúcares.

Nuestro ya famoso "Cartel de la Autopista" nos da un buen consejo

Pero...¿de verdad vamos a echarle la culpa de nuestra barriguita al cortisol? ¿no será que somos incapaces de controlar el estrés (reconozco que a veces justificado pero otras no) que nos acompaña durante todo el día? Seamos responsables y, como siempre digo, pasemos a la acción.

En otras palabras, es estupendo que tonifiquemos la musculatura abdominal con ejercicios, que mejoremos nuestra postura (a veces este sencillo gesto significa un gran cambio...¡pruébalo!) y que cuidemos la alimentación, pero parece que la ciencia nos está advirtiendo de que, si no llevamos un poco de calma y serenidad a nuestras vidas, esa barriguita va a ser nuestra inseparable compañera para siempre... 

Es esencial que, además de ejercicios específicos para la zona abdominal, hagamos algún ejercicio aeróbico en la medida de nuestras posibilidades, pues está demostrado que disminuye el estrés; algunos se lanzarán a correr, pero otros nos conformaremos con la bici o caminar a buen ritmo... Dormir bien, comer sano, tener momentos al día que yo llamo "de silencio" en los que simplemente disfrutemos de estar vivos, ser felices con lo que tenemos,...¿no notáis como el cortisol va desapareciendo de vuestro organismo? ;) 

Cada uno debe pensar en lo que le hace sentir bien y elegir cambiarlo por el estrés. Al fin y al cabo...como me dice siempre mi padre, "si tiene solución, ¿por qué te preocupas? y si no la tiene, ¿por qué te preocupas?"

¿Queréis que veamos en un próximo artículo cómo favorecer la calma con la alimentación? Pues, ¡no os lo perdáis!